domingo, 6 de diciembre de 2015

Reseña: LA ÚLTIMA RONDA de Antonio S. Vazquez.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

LA ÚLTIMA RONDA de Antonio S. Vazquez.

El turno de noche es el más sencillo. Con el centro comercial vacío, la misión del vigilante de seguridad consiste en echar un vistazo a las cámaras de vez en cuando y hacer una ronda cada dos horas. A Curro le parece un trabajo sencillo, aunque se siente nervioso porque es la primera vez que trabaja como guardia jurado y quiere hacerlo bien. Su estado de nerviosismo crecerá en cuanto su jefe se marche y le deje a solas en el edificio. Pero en realidad no está solo, algo se esconde entre la oscuridad de los pasillos y los laberintos de estanterías. Lo que en un principio se le antoja un intruso de carne y hueso, se manifiesta poco a poco como una presencia hostil que le hace ver que el intruso es él. Curro comprende que los sucesos acontecidos en aquel lugar, hace una década, no fueron fortuitos, y que su llegada ha marcado el inicio de un nuevo ciclo: el espíritu que habita en el centro comercial ha regresado, y quizás todo el valor y el ingenio de Curro no sean suficientes para salir de allí con vida.

Un edificio con un pasado oculto. Un hombre atormentado por sus propios fantasmas. Una trampa mortal. Una carrera por la supervivencia.

La cosa va de centros comerciales.
Estos grandes establecimientos siempre han causado un efecto hipnótico en nosotros, desde nuestra más tierna infancia. En esos años, cuando nuestra vida se limitaba a lo que la televisión quisiera mostrarnos y a las historias que nuestra imaginación fraguara en conjunto con nuestra mente y el baúl donde almacenábamos nuestros juguetes favoritos, una frase como "te voy a vestir que nos vamos al (Insértese nombre del centro comercial más cercano o con la juguetería más grande)" causaba en nosotros el mismo efecto que debió causarle a Bilbo lo que Gandalf el Gris le dijo en la puerta de su casa, algo así como "retaco, ponte gallumbos limpios que este finde triunfas".
Las visitas a los centros comerciales suponían un sinfín de posibilidades dentro de la mente infantil: La visualización de un estreno en los cines, la posibilidad de que un nuevo muñeco de acción se sumara a las filas de tu ejercito de soldados mancos, cojos, o descabezados, salivar pensando en el Happy Meal que te ibas a meter entre pecho y espalda como un señorito degustando exclusivas delicatessen de niño rico.

Aunque, claro está, no faltaba hueco entre tanta maravilla surgida de algún país de Nunca Jamas para cierta sensación incomoda que se traducía en uno de nuestros mayores temores: Perdernos en un espacio tan amplio que se nos antojaba casi infinito. Supongo que nuestros padres pensaban que ese miedo venía provocado por esa harto escuchada amenaza que dice algo como "No te alejes de mí, que como te pierdas vendrá un hombre malo y se te llevará". Aunque la realidad, o al menos lo que nuestra imaginativa mente consideraba real, solía tener un origen más fantástico, más acorde con la mente de un niño. Nos sentíamos aterrorizados imaginando esos largos pasillos a oscuras, como si al llegar la noche alguien cerrara las verjas de todas las tiendas y al mismo tiempo liberara una jauría de monstruos venidos del profundo averno con el único objetivo de cazar niños extraviados y hacer longanizas con sus entrañas.
Ya. Lo se. No dejan de ser miedos infantiles, pero tenéis que reconocer que un centro comercial a oscuras impone respeto y temor, y que esa atmósfera misteriosa pide a gritos historias donde el miedo, la muerte y lo paranormal sean elementos fundamentales...

... pide a gritos historias como ésta ÚLTIMA RONDA de Antonio S. Vázquez.
Y es que el género del terror no es nuevo para el presente escritor. Ya sorprendió gratamente hace unos años con ZONA CATASTRÓFICA, relato zombi que si bien no era un alarde de originalidad, sí se descubrió como una magnífica muestra de entretenimiento y morbosa diversión, amen de calidad literaria.
Un tiempo después nos regaló ¡HAY ALGUIEN AHÍ? un título que mezclaba no uno, sino dos fetiches de las clásicas historias de miedo: La Ouija y los muñecos poseídos. No la he leído, así que no juzgaré.
Lo que si es cierto es que para bien o para mal a Antonio no le sacan de géneros que si bien no están de moda en la actualidad, sí que han dejado su huella con anterioridad. Seamos sinceros, yo antes de bibliófilo fui cinéfilo, y usar un centro comercial como escenario para contar una historia de fantasmas no es descubrir la Coca Cola, ni siquiera aunque el resultado sepa mejor que la Pepsi.
Muestras de ello las encontramos en películas recientes como VIRAL, cinta infame donde un friki debe aguantar no se cuantos días en las instalaciones de un Fnac de Madrid donde ocurren sucesos inexplicables. Pero si un largometraje tenemos que tener en mente mientras leemos LA ÚLTIMA RONDA, esa es sin duda, como muchos habrán imaginado, REFLEJOS (Mirrors. Remake de Al Otro Lado del Espejo) protagonizada por Keifer Sutherland.

Comparemos las sinopsis si queda algún amago de duda: Un guardia de seguridad recién contratado para la vigilancia de un centro comercial en el turno de noche. Desde el minuto uno, descubrirá que un ente maligno hace presencia en las instalaciones amargándole la vida.

Y ya esta.

Ahora bien, que nadie se lleve a engaño. No por esto estoy crucificando boca abajo la obra de Antonio, ya que, como demostró en su debut con los muertos vivientes, si algo sabe hacer, es enganchar al lector. Y lo hace de maravilla.
La narrativa de LA ÚLTIMA RONDA es sobresaliente en muchísimos aspectos. Escenografía, personajes, emociones, ritmo y claridad a la hora de relatar los hechos.
Ahí tenemos a Curro, el protagonista. Una persona cualquiera, que podrías ser tu, podría ser yo y el vecino del quinto. Su nexo acción-reacción resulta de lo mas natural, ya venga motivado por un ligero temor, un miedo creciente o la más absoluta desesperación. Pieza clave de la historia al que acompañarán diversos personajes secundarios igual de bien tratados, en especial algún que otro personaje que, al poco de conocer uno piensa que se le puede sacar un partido tremendo en otros títulos.
Pero si hay un personaje que atrae la atención del lector desde el primer momento, es, como resulta tradicional el historias de esta rama es, el centro comercial. Antonio S. Vázquez sabe sacar el máximo partido a cada planta, cada recoveco y a cada producto a la venta, aunque en éste último aspecto termine recurriendo a los clásicos. No obstante, cada ronda se convertirá en un ejercicio de recursos que se convertirán en un Best Of de los poltergueists muy bien llevado, que no resulta cantoso por su uso indebido o repetitivo, sino que es llevado a un terreno que se domina, para dar al lector incluso más de lo que busca.
El uso de dichos recursos rememora en cierto modo el cine de terror de los ochenta en varios aspectos, entre los que destaca la muestra anticipada de elementos relevantes. Es decir, desde los primeros capítulos se nos irán presentando mil y un elementos que dejarán claro que tendrán su importancia tarde o temprano para la resolución de las escenas. Un Deux Ex Machina que clama a gritos su presencia, por lo que su uso no se hace exagerado, sino a veces necesario, que ayuda al autor a seguir una linea recta sin perderse necesario y al mismo tiempo crear un ligero suspense en el sufrido lector que no parará de preguntarse "¿Y cuando va a usar eso?, A ver si llega la escena donde sale aquello..., etc".
La tensión que consigue crear a lo largo de la historia también destaca en algunos momentos. Existe alguna que otra situación bastante ridícula, no me lo voy a guardar. Momentos que podrían haberse llevado de otro modo o directamente cambiarlos en su totalidad como, por ejemplo los acontecimientos que ocurren en la joyería, sin embargo hay otros de morderse las uñas, o morderle un ojo al escritor, ya que algunas secuencias son alargadas intencionadamente desesperándonos, rogando que ocurra ya lo que tenga que ocurrir. Y a veces sorprende, porque lo mas inverosímil, lo que uno piensa que no puede ocurrir porque sería una salvajada o una excusa para acordarte de la raza del escritor es, como todo, posible.

LA ÚLTIMA RONDA es un libro que se lee en un suspiro. Ya no solo por su corta duración (apenas 160 páginas) sino por su ritmo endiablado que invita a leerlo de un tirón.
Como dijimos anteriormente, no estamos ante un alarde de originalidad. ya sea por la trama central como por los elementos que la componen, aun así, lejos de ser considerado plagio, denota afán de homenaje, de crear algo nuevo partiendo de materiales reciclados. Y eso esta bien, ya que lo convierte en una lectura ligera, y rápida, ideal para cualquier momento, sobretodo tras alguna lectura soporífera o demasiado densa. (Nota para los que buscan la mínima oportunidad de saltarme a la yugular: Alguno estará pensando que si doy tanta importancia a la originalidad de a historia, cómo es que alabo tanto este titulo y en cambio obras como PROYECTO EXITIUM Z las critico tan duramente (blablabla amiguismos, blablabla, soborno...). Es sencillo, no es solo saber crear una historia interesante, es saber llevarla. Y a veces, una trama contada anteriormente puede ser tan atractiva como la primera vez si se sabe como narrarla)

Así pues, estamos ante una obra de gesto cambiante para quien la lea. Al principio puedes poner cara de extrañeza e incluso fruncir el ceño ante la falta de ideas nuevas, pero poco a poco, el rostro ira turnándose mas concentrado, asustado incluso, hasta llegar a un desenlace, tal vez demasiado previsible, pero no desacertado. Si a alguien le diera por escribir una nueva serie de libros de PESADILLAS de R. L. Stine, pero dirigida a un publico adulto, LA ÚLTIMA RONDA sin duda merecería estar entre ellos.


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