viernes, 3 de junio de 2016

Reseña: LA POLILLA EN LA CASA DEL HUMO de Guillem López.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

LA POLILLA EN LA CASA DEL HUMO de Guillem López

Bienvenidos al pozo, una caverna insondable con mil galerías y túneles, fortalezas pétreas cerca de la superficie y barrios profundos de nichos cavados en la roca. Este es el escenario, brutal y despiadado, en el que habita Veintiuno, un joven que pasa las horas envuelto en una nube de bok en la casa del humo, desde donde interpreta sus posibles destinos: entregar su cuerpo al dios de la mecánica y ser útil en una excavación sin fin, convertirse en un paria o, finalmente, ascender a través de los bajos fondos, pero deberá pagar un alto precio por medrar.

Yo cada vez estoy más convencido de que al ser humano no le gusta el mundo en que le ha tocado echar raíces. ¿Le parecerá aburrido?,¿insustancial?. No hay más que ver como un asfixiante numero de cineastas y escritores se empeñan en convertir nuestro querido hogar en un cráter humeante, un yermo desértico o cubrirla de una atmósfera radioactiva insalubre donde un pequeño número de supervivientes intentan construir algo parecido a una sociedad y sobrevivir a la extinción total de la humanidad, como parásitos que, una vez aniquilado al huésped, sigue alimentándose de su cadáver.

Estas sociedades postapocalíticas muchas veces impulsadas por un insano espíritu bélico, violento, donde impera la ley del más fuerte y con bastante asiduidad cuna de nuevas creencias religiosas y sistemas de gobierno... si, esas que hace unos años todos llamábamos sencillamente "Un futuro de mierda" a más de uno al que se le suelta la boca no duda a la hora de llamarlo "distopía", ignorantes de las diferencias entre ese termino y lo que es sencillamente el epílogo del fin del mundo.

De todos modos, estamos acostumbrados a que este tipo de relatos nos narre, como comentaba anteriormente, la personal odisea del correspondiente y pintoresco grupo de desgraciados en la constante huida de peligros variopintos, en busca de su pequeño Edén, aquel lugar al que la desolación no ha llegado o, sencillamente un rincón donde poder caerse muertos, pero al menos con la sensación de que sus vidas les pertenecen. En dichas historias los personajes son el perfecto reflejo de la lenta muerte de la Tierra, convirtiéndose ellos mismos en arma, consecuencia, veneno y antídoto de un futuro incierto. El ser humano termina siendo víctima sufridora de sus propios errores, y serán los inocentes los que paguen las consecuencias.

Pero no son muchas las ocasiones en que somos testigos del fin del mundo desde la conciencia humana, la moral y el espíritu, una demolición desde dentro. Solemos ver paisajes cubiertos de edificios en ruinas, puentes en precario equilibrio y vehículos comidos por el oxido. Es tan fácil describir este cuadro... si lo comparamos con la destrucción interior, con resquebrajar los cimientos de la poca esperanza que pueda albergar una persona ante su inevitable final.

Quizá sea por ello que libros como LA POLILLA EN LA CASA DEL HUMO sea tan revitalizante como destructivo para el lector.

No fue hace mucho que descubrimos a Guillem López con su anterior obra CHALLENGUER, una novela casi experimental con la que fue capaz de enlazar 73 relatos protagonizadas por 73 personajes y cuyas tramas giraban en torno a un suceso que conmovió a todo el mundo: la explosión del transbordador espacial Chalenguer a los 73 segundos de su despegue. Thriller, ciencia ficción, terror, surrealismo o comedia, esta novela tiene hueco para casi todo tipo de géneros, habiendo espacio incluso para profundas reflexiones existencialista o científicas, es más, hasta con ello se atrevía a buscarle un lado positivo, un motivo para sonreír ante un hecho tan dramático.

Entonces, ¿Cuánto de esto encontraremos en LA POLILLA EN LA CASA DEL HUMO? Absolutamente nada, y puede que todo. Guillem López da un giro radical para trasladarnos al mismo corazón de la Tierra, tan oscuro como el del hombre que lo habita, o al menos los que aun pueden considerarse a si mismo seres humanos.
Cuenta el autor que hace mucho tiempo y por motivos desconocidos, la población del planeta empezó a excavar túneles, "dejando atrás el mismísimo infierno" (Metafórica o literal, me encanta esa expresión) y así nació el Pozo. ¿Que ocurrió en la superficie?, ¿Por qué siguen excavando?, ¿El infierno? El infierno se alegró de que le dejaran atrás, porque no soportaba la competencia desleal.
La novela no para de plantear preguntas similares, y muy pocas son respondidas, mucho menos de forma clara y detallada. El autor se cuida de no darte privilegios, al menos no más que cualquiera de los habitantes de este circulo de túneles que se asemeja a un hormiguero al que ningún depredador se atrevería a asomar el hocico. Y lo peor de todo no es eso. Es la facilidad con la que el lector ve la sociedad real y actual reflejada en esta parodia de orden y civilización, centrada en el trabajo, la rutina, el menor uso de la racionalidad y la convicción ineludible de que morirás igual que has vivido, siendo solo una pieza más de un mecanismo que no se detiene, un engranaje fácilmente sustituible que pasara por la vida dejando el mismo recuerdo que una ancha de mierda en la acera.
¿Suena exagerado? LA POLILLA EN LA CASA DEL HUMO es un texto extremadamente sincero y derrotista. Una derrota que no lleva al lector a la desesperación, sino que le trata como si este ya lo hubiera asumido hace tiempo y, como Veintiuno y los demás personajes de la novela, solo se dejan llevan hacia el harto sabido final.

El Pozo es un lugar donde se vive como una herramienta de trabajo. No es que se te tenga prohibido pensar o sentir, es que no sirve de nada. Sus habitantes recurren constantemente a las drogas para no volverse locos, o igual es para que la locura les invada completamente y conviertan su triste existencia en un viaje más soportable. Otros aceptan su destino y sustituyen partes de su cuerpo por mazas y taladros, sus órganos internos por válvulas y pistones, en una bizarra y grotesca unión de acero y carne, suturas y remaches, acariciando la estética cyberpunk pero dejando que el oxido fermente y el espíritu primitivo perdure. En el Pozo nada pertenece a nadie, no eres dueño ni de tu propia vida. No vives con tu familia, sino con tu una familia.

Encantador panorama el que se nos presenta, ¿Cierto? Sería lógico que su protagonista fuera el contraste necesario que diera esperanza en el lugar, un héroe enfrentándose a la tiranía de un mundo condenado. Pues estáis muy equivocados. Veintiuno es tan traicionero, oportunista, violento, chantajista y ruin como el entorno que le rodea. E igual que los túneles del Pozo cuyos cimientos amenazan con derrumbarse, así es su alma, un campo de batalla de sentimientos donde la supervivencia y el deseo de ser algo más que un futuro desecho destinado a su reciclaje siempre gritan y golpean mas fuerte que los demás.
En primera persona, y a través de cortísimos capítulos seremos partícipes de su interacción con el entorno y consigo mismo, reflejando en actos y pensamientos (e incluso en forma de monólogos internos) el sentimiento fatalista que el autor quiere plasmar en la obra. Su forma de narrarlo obviamente es el adecuado, directo pero sin dejar escapar bellas metáforas, con un lenguaje en ocasiones agresivo, soez, otras mas razonado, y no falta una voz que suena sencillamente desesperada.

CHALLENGUER no solo fue novedosa y original en su planteamiento, sino que ademas su lectura era sumamente entretenida  y atrapaba al lector ávido de saber más. LA POLILLA EN LA CASA DE HUMO no se aleja de esa intención, la de entretener, la de hacerte pensar incluso, pero también es un libro que, quieras o no, va a jugar contigo.

Podría decirse que ésta es una novela de arcilla, o lo que es lo mismo, es una historia muy moldeable. Voy a intentar explicar esto poniendo como ejemplo inicial al protagonista, Veintiuno. Resulta llamativo que apenas se nos dé información sobre la sociedad en la que él ha crecido, mientras que al mismo tiempo Guillem no para de recordarnos que la vida en el pozo es trabajo, trabajo y más trabajo. Entonces nos hacemos una pregunta: ¿Qué tipo de educación se le da a los habitantes de este lugar de niños, si es que se les da? Es innegable que Veintiuno tiene una facilidad de palabra innata, sus expresiones van de lo cortante a lo poético, y muchos fragmentos de sus monólogos quedan en el recuerdo durante mucho tiempo. Esto choca a veces demasiado con el resto de los habitantes con los que se rodea, los cuales usan expresiones cortas, muy sencillas incluso en los adultos..., entonces ¿Es un error del autor el que haya dado tal habilidad narrativa al protagonista sin tener en cuenta que es posible que nunca haya tenido acceso a ella? Puede que si, o puede ser otra cosa.
El desenlace de la novela, dependiendo del lector, es muy interpretativo. y puede moldear a su antojo casi cualquier aspecto de la obra. Así, mientras que uno pueda ver el desarrollo de la trama de lo más simple, otro la puede encontrar complejísima y llena de intenciones entre líneas, de ese modo ¿Quién dice que no puede modificar la naturaleza de los propios personajes? Esta novela es de las que invitan a una lectura pausada, a pararse en cada detalle, e incluso a una doble lectura (lo que no resulta ni molesto ni aburrido dada su corta extensión). No estoy diciendo que estamos ante una nueva generación de librojuegos... no cuando es el autor el que parece jugar con nosotros y solo él conoce las reglas.

Resumiendo... LA POLILLA EN LA CASA DEL HUMO es una pequeña perla en un campo de ostras muertas, puede que su portada no llame demasiado la atención (conmigo no lo hizo, dicha atención se la llevo el nombre del autor) pero su contenido es tan venenoso como curativo. Una ventana abierta a una forma íntima de ver la literatura, las historias de ciencia ficción pero sobre todo, trata de la vida. De una vida cuyo significado se pierde entre polvo, sangre y huesos.


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