martes, 29 de noviembre de 2016

Reseña: LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS de David Jasso.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS de David Jasso.

Esta novela, aunque inspirada en hechos reales, es una novela de ficción. Y como tal debe considerarse.

Pero está estudiada y diseñada para afectar anímicamente al lector de forma extremadamente intensa. Por eso se advierte de que el contenido del libro puede modificar su percepción de la realidad, alterar su personalidad en diversos grados y producir variados efectos perniciosos.

Tanto el editor como el autor no se hacen responsables de dichos efectos y rechazan su responsabilidad de forma expresa, pero no exclusiva, en posibles delitos de inducción al suicidio, apología de la violencia y/o esvilamiento.

El lector comprende y asume el riesgo que supone embarcarse en la lectura de “Lo que ves cuando cierras los ojos” reconoce que ha sido avisado de los peligros que conlleva.

Aquellas personas que duden, aunque sea levemente, de su equilibrio mental, hayan sufrido (o reprimido) brotes de violencia o muestren tendencias suicidas no deberían leerlo. Ahora, si de verdad crees que estás cuerdo, cierra los ojos y empieza a descubrir lo equivocado que estabas.

David Jasso juega con los límites de la narrativa para configurar una historia intensa, malsana, perturbadora y enfermiza que te marcará para siempre.

Vais a permitirme que lance una pregunta al aire. No, no os preocupéis, lo último que quiero es que empecéis a quemar energías nada mas entrar en mi humilde blog. Es más, posiblemente ésta sea la pregunta más fácil que os encontraréis a lo largo del día:

¿Por qué leemos novelas de terror?

¿Veis como es fácil? Seguramente no os ha hecho falta ni darle al botón de arranque de vuestro cerebro para responderla, y habéis dejado que sea vuestra parte obvia la que tome la iniciativa y responda casi antes de haber formulado la pregunta algo así como: Porque me gusta. Vale si, acepto la respuesta y entono el mea culpa por haber simplificado tanto la pregunta. Permitidme volver a intentarlo:

¿Por qué nos gusta leer novelas de terror?

Supongo que aquí los más eruditos recurrirán a retocadas respuestas como que este tipo de historias pueden transportarte a mundos y mostrarte criaturas que ponen en juego nuestra cordura, merito que se le suele atribuir a autores como H. P. Lovecraft y su horror cósmico. Tampoco faltará el que encuentra un sentido crítico y metafórico a todo, asociando a los zombis con ideas capitalistas o la alienación de la mente humana, o juzgando a la religión y la fe en historias de fantasmas o psychokillers que usan textos sagrados como manual de instrucciones. Y así podría seguir un buen rato, pero creo que la idea más básica, la primera respuesta que se nos suele pasar por la cabeza ante mi anterior cuestión es muy simple: porque nos gusta pasarlo mal.

Pero, ¿Estáis seguros de la lógica de dicha respuesta? Me explico: Para contar historias de miedo en la actualidad casi siempre se recurre a un terror especulativo que se basa en un "¿Y si...?". ¿Y si cojo un objeto y le endilgo una maldición que mate a todo el que interactúe con él?, ¿Y si me saco de la manga un monstruo que vaya atacando y descuajeringando a todo ser viviente que se cruce en su camino?. Y suma y sigue... Así que ¿De verdad crees que te gusta el terror porque te gusta pasarlo mal?, ¿No será que realmente te gusta que sean los otros (Los personajes) los que las pasen canutas?
Al fin y al cabo, tu no dejas de ser un mero espectador, tu salud está garantizada porque sabes que, como decían tus padres, "Todo es mentira, no es sangre, es ketchup". En resumen, no te gusta pasarlo mal, te gusta ver como los demás lo pasan mal.

Así, me atrevo a asegurar que la obra literaria de David Jasso no está hecha para los que disfrutan haciendo que sufren mientras leen, sino para los que necesitan sentir esa maldad detrás de su propia piel.

Novelas como LA SILLA, DÍA DE PERROS, FERAL, EL PAN DE CADA DÍA, DISFORIA, la antología de relatos ABISMOS o la escrita a cuatro manos junto a Santiago Eximeno CAZADOR DE MENTIRAS, desgarran los estereotipos de la tradicional historia de miedo y alcanzan niveles emocionales pocas veces experimentados. Pero cuando es el libro el que juega contigo, el que pasa las páginas de tus recuerdos, experiencias y temores como hace LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS, es cuando hablamos de una lectura no solo inspiradora, sino peligrosa.

Partamos de la interpretación que Jasso hace en su última obra del concepto de terror. La novela no explota las ideas del género (sangre, muerte y destrucción), al menos no más de lo que solemos contemplar cada día en la sección de sucesos del periódico o el telediario, pero llevado a un nivel de empatía que no solo te convierte en espectador y sufridor testigo, sino en cómplice y parte de la locura de sus protagonistas. y es que ese es el tema en torno giran los acontecimientos de LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS: La locura, latente en cada uno de nosotros que pugna por salir, abriéndose paso con garras afiladas y colmillos cariados, desgarrando todo lo que encuentra a su paso, ya pertenezca a nosotros mismos o a otros, porque, ¿Qué puede producir más miedo que un monstruo que suponga una amenaza mortal para lo que creemos inocentes? Muy fácil: Saber que ese monstruo eres tú.

No es la primera vez que uso el siguiente símil, pero esta novela me obliga una vez más a utilizarla, y esta vez con más razón que nunca.

En un mundo donde la hipocresía y el cinismo hacen florecer mentiras encuadernadas llamadas libros de autoayuda, destinados únicamente a difundir falsas esperanzas y a cambiar la desesperación de algunas personas por un bolsillo un poco más lleno para editoriales y falsos escritores, Jasso redirecciona la lectura de su trabajo convirtiéndolo en la antítesis de esta idea, en el anticristo del confort y vil reflejo de lo moralmente correcto. De este modo estamos ante un libro no solo autodestructivo, que vendría a ser lo contrario que la autoayuda, sino que también busca la satisfacción del lector, pero atravesando las barreras que impone una sociedad presa de la ética y las buenas y aprovechables costumbres, contemplando una parte de sí mismo que no está seguro de querer conocer de una manera que tiene claro que no desea, cayéndose al salvaje río que es su trama y sintiéndose arrastrado a un incierto final sin una rama o saliente al que agarrarse.

la lectura de LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS es una experiencia multifaceta, casi interactiva en ciertos pasajes, un libro que cuenta la historia de varios personajes pero que también invita a que cuentes la tuya propia y/o te sientas identificado con ellos. Cada capítulo (Los cuales a veces no siguen un orden establecido) puede suponer una aventura llena de experimentación donde Jasso juega tanto con el apartado visual como el perceptivo. Secuencias a cámara lenta o en pausa, enfoques imposibles, narradores que interactúan contigo y te ponen a prueba, relatos cortos, ensayo, un ir y venir entre los pensamientos de los distintos protagonistas, hasta juegos con la ortografía... todo termina conformando un mapa donde la equis marca el lugar de un tesoro que nosotros mismos hemos enterrado y recorremos el trayecto previo de manos de un guía que no puede presumir de generar confianza o buenos augurios, eso sí, manteniendo un carácter humorístico más negro que su alma.

Pero David Jasso sí puede presumir de otras cosas. Entre otras de ser uno de esos autores que cada vez escasean más con etiqueta propia y una pluma que derrocha personalidad. Desde LA SILLA, que supuso su desgarradora carta de presentación, hasta su última aportación en nada menos que la editorial Valdemar con DISFORIA, el zaragozano ha hecho del miedo su arma predilecta, un miedo que alimenta con escenarios y situaciones claustrofóbicas, usando elementos nunca desconocidos por el lector sino todo lo contrario, muy presentes en la rutina y sus costumbres. Puedes notar que otros escritores se sienten como patos  nadando en un inmenso mar, sin rumbo sin saber cómo llegar a tierra. Jasso en ese mismo mar sería un tiburón, acechante, capaz de oler tu miedo y sentirlo, y por supuesto lo aprovecha, usándolo en tu contra, haciendo que revivas miedos que creías haber dejado atrás, fantasmas que pensabas que solo tu podías ver pero que aquí se demuestra que no, que la mente colectiva es mas simple de lo que aparenta ser. Estamos ante una obra en la que el autor no evita el uso del tópico que creemos personal e íntimo, sino que hace gala de su conocimiento, asustándonos con tales revelaciones... Es como esos memes de Internet que describen hechos y acciones con las que reaccionamos con una sonrisa y un "Ja ja ja, es verdad, yo hago/hacía eso". LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS te arrebata la poca intimidad que crees conservar, te arranca de la butaca de espectador y te introduce casi a la fuerza en la trama.
Los personajes que pueblas sus obras tampoco se quedan atrás. Hablamos de sujetos reconocibles, vulgares, de "a pie". Personas normales asomándose a su propio abismo, descubriéndose a si mismos como víctimas y verdugos en la mirada que la oscuridad les devuelve.

Veo necesario insistir en que LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS toca temas tan delicados como la depresión, el suicidio, la obsesión y sobre todo la locura, temas de fuerte capacidad mutante dependiendo de quien lea la novela, lo que la convierte en un relato no destinado a masas, a los que asocian terror únicamente con Stephen King o relatos de muertos vivientes, sino para los que son capaces de descubrir que el mundo real y los demonios que cada uno encerramos en nuestro interior, presos con más o menos cadenas pueden ser más terribles que lo que cualquier mente ingeniosa pueda sacar de lo sobrenatural. Así que no, no esperes momentos  escabrosos cargados de tensión que tanto abundaban en DISFORIA, o el gore desenfrenado de aquel experimento literario llamado FERAL. No pienses que ésta vez Jasso te lo va a dar todo mascadito para que te limites a ir del punto A al punto B sin escalas. No estas ante una historia de terror de ese que te mola porque te gusta pasarlo m... que los demás lo pasen mal.

Me atrevería incluso a afirmar que si ésta obra hubiera estado firmada por uno de esos escritores de "miedo convencional" y se hubiera redactado con la forma convencional de una novela, estaríamos ante una lectura amena, pero que pasaría por nuestra mente como muchas otras, como una brisa sin importancia de la que olvidarse pronto. Pero joder, hablamos de David Jasso, con el que nada es convencional, capaz de convertir lo anecdótico en una trampa, una caricia en algo insano.

Si LO QUE VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS es otro de sus experimentos, sin duda es de los que incumplen cualquier normativa ética, moral y sanitaria, un placer prohibido... ¿Y acaso no existe nada más atractivo y que incite a la curiosidad que aquello que nos prohíben?

Mientras tanto, tu puedes quedarte con tus monstruitos de ultratumba, tus payasos diabólicos y cintas de video snuff protagonizados por niñas y pozos mientras dices "uuuh, que psicológico es todo, que miedo, que mal lo paso".


lunes, 21 de noviembre de 2016

Reseña: SUCESOS EXTRAÑOS de VV.AA.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

SUCESOS EXTRAÑOS de VV.AA.

Ocho homenajes a Stranger Things. 

Ocho maneras de plasmar la década de los 80 en España. 

Ocho historias de terror, fantasía y ciencia ficción. 

Ocho reflejos ambientados en la época donde las bicicletas BH, los juegos de Spectrum, las series como MacGyver o el Equipo A, y la música, eran el eje central de nuestras vidas.

A estas alturas la mayoría de vosotros conocerá la existencia y repercusión de usa serie que ha supuesto uno de los mayores aciertos de Netflix. Me refiero por supuesto a la serie Stranger Things.

Hay quien ha hecho de esta serie, con solo una temporada emitida, una instantánea referencia de culto. Otros en cambio critican la nula manera de disimular sus influencias para convertirlas en sus principales atributos, que si el homenaje a clásicos de cine de ciencia ficción de los 80 son descarados, que si aparentemente aprovecha una nueva moda que nos devuelve a dicha década.
Lo que si es cierto es que los que hemos vivido esa época en nuestra infancia/adolescencia recordamos muchísimos detalles con cariño y es inevitable que obras televisivas como Stranger Things, Tubo Kid o Kung Fury y literarias como la obra de Ernest Cline nos devuelvan fragmentos perdidos en el tiempo y sintamos el regusto de un Bollycao en nuestro paladar, sonriamos con nostalgia recordando aquellas tardes perdidas viendo dibujos animados y por supuesto nuestros momentos más inolvidables junto a nuestra pandilla, con la que cada tarde era como una aventura en la que nos jugábamos la vida y nuestra única recompensa tras heroicidades (locuras y travesuras) que aplaudían nuestros amigos era un castigo que duraba todo el fin de semana.

Ya sabíamos que no teníamos que esperar demasiado tiempo para ver como este amor por los tiempos del walkman, las hombreras y los cardados capilares se contagiaba a la rama literaria y retomaba las aventuras de grupos de niños y adolescentes enfrentándose a sus peores pesadillas: Monstruos, alienígenas, conspiraciones mundiales... todo valía entonces para dejarnos pegados al sofá viendo películas de argumentos inverosímiles, música tecnopop y chavales a los que aun no les ha cambiado la voz haciéndoselas pasar canutas al mismísimo ejercito de los Estados Unidos. ¿Por qué no van a poder valer los mismos ingredientes actualmente para disfrutar de una buena historia?.
Así es como la editorial Apache ha sido la que ha dado el pistoletazo de salida con SUCESOS EXTRAÑOS, rindiendo homenaje a la serie de Netflix y por consiguiente a la generación del EGB, reuniendo a 8 escritores y otros tantos ilustradores para, como si de fantasmas del pasado sacados de una navidad con Dickens, nos muestran fragmentos de aquellos tiempos, cargados de elementos que facilitan más si cabe nuestra conexión con el entorno. Todo ello por supuesto, aderezado con multitud de reminiscencias al terror, la ciencia ficción y, en general, la fantasía que ha creado esas grandes obras llenas de una magia que, si bien no es ni mejor ni peor que las de la actualidad, sí es irrepetible, por mucho que series como Stranger Things se hayan acercado a ello.

Nuestro primer viaje al pasado lo hacemos agarrados de la mano de David Jasso y su relato LA POZA, ambientado en esas festividades locales que vieron crecer a nuestros padres y más tarde a nosotros y que muchas veces supusieron el punto de partida de nuestra adolescencia, donde las posibilidades de mezclarnos entre adultos y vivir sus emociones, entre ellas por supuesto, el primer amor. Relato muy ambiental, lleno de detalles que ayudan al recuerdo, aunque algunos parecen puestos de manera forzada y artificial. Ahora bien, debe ser que siempre espero mucho de este autor, pero argumentalmente la historia me ha resultado un tanto descafeinada, con demasiadas carencias como para poder aceptarlo como una trama completa y no como lo que parece: un prologo de algo más grande. Eso si, no decepciona a la hora de crear tensión y aportar macabros detalles de última hora.

OJOS de Dioni Arroyo es uno de esos relatos de argumento tan reciclado que pasa casi desapercibido. La escasez de referencias de la época que rememora la antología hacen que parezca casi introducida con calzador, o al menos deja la sensación de que podría adaptarse a la fecha actual sin cambiar nada. No obstante, como historia clásica de fantasmas  funciona relativamente bien, no tanto los actores que participan en ella, con lineas de diálogos a veces forzados y momentos demasiado, digámoslo así, oportunos y casuales.

Carlos J. Lluch se toma muy en serio eso de hacernos viajar al pasado y más todavía la de crear una historia original y emocionante. RECUERDOS es un relato ágil y potente que mezcla diversos géneros como el terror y la ciencia ficción  y la cubre con un velo de misterio y nostalgia. Uno de los cuentos que mejor captura el espíritu de la serie a la que hace homenaje esta antología. Puede pecar de cierta previsibilidad a partir de cierto punto de la trama, pero no por ello se le resta fuerza al impacto final.

Los Goonies, Una Pandilla Alucinante, más recientemente Super 8... muchos de los clásicos de nuestra infancia destacan por encima de todo por el papel fundamental de la amistad, y en la idea de que sus protagonistas son capaces de todo, incluido arriesgar sus propias vidas por sus amigos. Esta idea es heredada de nuevo por Alberto. M. Caliani en EL CASERÓN  RATZEBURG, una historia que recoge una trama que en nuestra adolescencia nos asombraba pero que hoy puede resultar un tanto pulp y desfasada para algunos. Cruel y emotiva a partes iguales, homenaje a ese cine chusco de mutantes que aun hoy sigue sorprendiéndonos.

Lo que empieza con una de las canciones más conocida de The Doors termina con una mirada atrás más al cine de los 90 que al de los 80. LA GENTE ES EXTRAÑA de Daniel Gutiérrez es un relato con el que es inevitable rememorar cierta cinta de culto que nos dio Robert Rodrigez, The Faculty. De ritmo frenético y dosis sobradamente saciantes de gore, Daniel nos trae su gamberra versión de una invasión extraterrestre sin innovar un género tan colapsado como es el terror, pero ofreciendo un rato entretenido y salvaje.

POR MIL PESETAS de Marta Junquera traslada una trama similar  a la que usó el rey del terror (bajo su pseudónimo) en uno de sus primeros trabajos a nuestra tierra patria y su ambiente. Estamos ante una colección de referencias de reconocimiento general, mezclando cultura pop con folclore en un cóctel que da como resultado mezclar Cuenta Conmigo con Arrastramé al Infierno. Deliciosamente cruel.

Sin duda los videojuegos tuvieron un especial protagonismo en una sociedad y una época que funcionó como prólogo a la era de la información. Javier Castañeda de la Torre ha querido rendir su peculiar homenaje a los orígenes del entretenimiento virtual  encerrado en cassette con NORA A TRAVÉS DEL MONITOR y se convierte automáticamente en mi relato favorito de ésta antología. No solo porque la temática en la que gira la trama me toca muy de cerca, sino porque ha construido con él un relato angustioso, intrigante y lleno de tensión. fantásticamente hilado, parece el resultado de una versión macabra de La Historia Interminable que se disfruta de principio a fin y solo deja el lamento de no haber durado más.

Finaliza el recorrido por recuerdos inmortales siendo protagonizado por otra criatura igual de inmortal. EL PRISIONERO de David Luna recupera otra de esas influencias que guió a muchos de nosotros por el camino de la fantasía, esta vez la mas oscura. La figura del vampiro es tratada aquí como un ser tan frágil como letal. Bien estructurado, original, termina sufriendo el mismo defecto que el relato de Jasso, que se queda corto y deja muchísimos cabos sueltos que podrían haberse solventado de haber sido más extenso.

Así pues, los 8 relatos que componen SUCESOS EXTRAÑOS forman como suele ser habitual en las antología escritas por varios autores, una montaña rusa de emociones con sus subidas y también por desgracia con sus bajadas. No obstante, y creo que esto ha quedado claro a lo largo de la reseña, si has vivido y disfrutado los 80, si perteneciste a la generación que prefería una partida de rol o los cómics al fútbol, si Stranger Things te ha llenado el estomago de mariposas y necesitas que alguien te demuestre  que esta década puede abarcar en su interior historias de todo tipo que pueden emocionar tanto entonces como ahora, estas ante un título imprescindible.

No me olvido de los magníficos trabajos artísticos por parte de Adrian Celemín, Begoña Fumero, Daniel Medina, Cristina Vaquero, Amelia Sales (gran descubrimiento), Juapi, Pablo Domínguez  y Edu Quizá (Muy atentos a este portadista en el futuro).

viernes, 18 de noviembre de 2016

Reseña: EL SUICIDA IMPERTINENTE de Juan Luis Marín.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

EL SUICIDA IMPERTINENTE de Juan Luis Marín.

IMAGINA QUE UN DÍA RECIBES UNA CARTA.
IMAGINA QUE QUIEN ESCRIBE ESA CARTA TE CONOCE MEJOR DE LO QUE CREES.
MUCHO MEJOR.
Y QUE VA A CAMBIAR TU VIDA PARA SIEMPRE.
SIN QUE PUEDAS HACER NADA PARA EVITARLO.
ABSOLUTAMENTE NADA.

Así comienza una pesadilla que llevará al protagonista de esta historia más allá de la cordura en un viaje donde pasado y presente se conjuran para crear un futuro tan negro como el secreto que ha mantenido oculto durante diecisiete años.
Un secreto que comparte con alguien que, incluso después de muerto, hará todo lo posible porque salga a la luz.
Sin importarle quienes mueran en el camino…

Que si, que estoy de acuerdo en que las etiquetas deben existir, que es necesaria una guía, por básica que sea, que ayude a que tomemos el camino correcto y/o buscado. Pero debemos admitir que a veces la información que da una u otra etiqueta es tan ínfima que convierte un viaje que se supone debe estar lleno de sorpresas y nuevos descubrimientos en una monótona y aburrida línea recta carente de emociones, un viaje rutinario como el que se realiza todas las mañanas montado en un autobús camino al trabajo. ¿Dónde están los atajos, los cambios de ruta imprevistos que nos desvela nuevos paisajes que hasta entonces ignorabas que existían?
Quizá el campo de la literatura es uno de los más perjudicados  por la necesidad del uso de estas etiquetas, aunque irónicamente somos incapaces de imaginarnos sin su ayuda constante. Todo esto suena muy evidente, pero no falta gente que cree que la ciencia ficción son solo naves espaciales y alienígenas, que el género de terror siempre tiene que tener montañas de muertos de por medio o que en los mundos de fantasía tiene que haber elfos por cojones. La gente tiene miedo de perderse en el bosque de los libros, de arriesgarse a meterse por caminos oscuros y misteriosos y, en consecuencia de llenar sus lecturas de descubrimientos y de darse cuenta de que no todo es lo que parece y que no existen (o no deberían existir) normas impuestas, ni siquiera a la hora de etiquetar a un libro en un género en concreto. Por suerte aun existen autores que convierten cada nueva obra suya en martillos que rompen los moldes establecidos y transforman sus novelas en mucho más que "un libro mas de X género".

Juan Luis Marín fue uno de esos autores por los que, gracias a sus novela MALDITA NOSTALGIA me descubrió la bastedad de un género como es el Thriller y la novela negra, una historia donde la venganza se mezcla con un río de recuerdos y desemboca en un lago de sangre. Una obra emotiva, violenta y que demuestra que no siempre las historias policíacas tienen que estar expresamente protagonizadas por un policía o detective de turno sino que, como expresa su nombre, basta con un filtro negro en nuestra visión para crear una historia urbana que puede tocarnos muy adentro.

EL SUICIDA IMPERTINENTE es su trabajo más reciente y, aunque el cambio de registro es palpable en comparación con el de su anterior libro o ALMAS GRISES, no da motivo para que te acomodes puesto que esta bala salida de la recamara de la mente de Marín ha sido disparada con igual fuerza, y cuando te impacte te va a doler, vaya si va a doler.

El escritor nos da de nuevo la bienvenida a la ficticia pero sospechosamente reconocible ciudad de La Capital, ciudad como tantas otras (Añorada Lantana) que expone en sus escaparates un reflejo deformado de quien lo mira haciendo ver lo peor de sí mismo, llena de maquinas expendedoras que distribuyen dolor a cambio de sueños rotos  y cuyos habitantes de rostros tan grises como sus almas y manos manchadas de rojo pasean impunemente por sus sucias calles. Si, la misma ciudad que visitamos en las anteriores obras de Marín nos vuelve a recibir con los brazos y una malévola sonrisa.

No obstante, en esta ocasión no nos vamos a encontrar la tradicional historia de venganza tipo "Yo contra el mundo", más bien la linea argumental de EL SUICIDA IMPERTINENTE termina convirtiéndose en todo lo contrario. Sigue siendo un macabro juego del gato y el ratón, pero esta vez el felino no tiene donde esconderse y los roedores son legión. O así es como debe sentirse el protagonista de la obra tras recibir la carta de un suicida que hará que su vida cambie para siempre. Y no para bien precisamente.

El demoledor inicio de la novela no es un cebo para peces que atrae al incauto lector en la trama, sino que alcanza el nivel de una trampa para osos. Una vez hayas leído los primeros capítulos, aquellos que te ponen en antecedentes, estarás perdido. Su ritmo hace que la lectura no solo no decaiga en ningún momento, sino que absorbe de tal modo que no es de extrañar acabársela de una sola sentada. Pero no solo es dicho ritmo lo que convierte a los libros de Juan Luis Marín en lo que son: palizas y ensañamiento a nuestras tristes almas... para luego pedir más.

El hecho de que el nombre del protagonista no sea pronunciado en ningún momento provoca una peculiar interacción con la manera en que la historia es asimilada, puesto que la primera persona en la que es narrada se funde con una velada segunda, siendo tú mismo el que en apariencia cuente los acontecimientos y, por consiguiente hacerlo todo más sentido y personal, sensación que se ve acrecentada además por las numerosas referencias y menciones a las alocadas décadas de los 70 y 80 (Esa generación X, contagiada del afán de grabarse un nombre en la historia, los jóvenes de walkman embutido en vaqueros ajustados y litrona en mano) que nos contagia cierta complicidad y aflora en nuestros rostros alguna que otra sonrisa.
Sonrisas que no es raro que se conviertan en carcajadas. EL SUICIDA IMPERTINENTE rezuma un humor negro que impregna sus diálogos y envenena acciones y palabras y convierte a sus personajes en auténticos hijos de puta henchidos de ironía y mala baba, con una puñalada verbal siempre lista. Un humor corrosivo que no quita su lugar al drama y a la crítica...

Esta obra no trata solo de ver como alguien le hace la vida imposible a otro después de muerto. Martín nos traslada aquí a una época en la que todos hemos pensado que nada malo puede sucedernos, en la que triunfar, ser el mejor o al menos tener un destacable reconocimiento adquiría una importancia que eclipsaba una realidad que pensábamos que solo le ocurría a los demás, nunca a nosotros. Esta novela trata sobre un viaje al interior de uno mismo con el objetivo de descubrirse, de saber elegir entre el conformismo y el éxito personal, de encontrar un sentido a la existencia, un motivo para dar el siguiente paso... pero no solo eso, sino aprender a hacer con decisión y deseo.

EL SUICIDA IMPERTINENTE es también un libro sobre la familia y las amistades que creemos que durarán para siempre, de lazos y promesas que imaginábamos irrompibles y terminaron resultando tan frágiles como el papel. Encontramos pues un retrato realizado con el mayor detalle que nos muestra la madurez y, emulando una de las escenas de la novela, asistimos en su lectura a un funeral para dedicarle unas palabras y un último adiós a una fosa común donde tarde o temprano terminamos enterrando nuestros sueños y esperanzas de que nuestras vidas sean como las de los héroes de nuestras películas favoritas, de que el tiempo, el destino o el mismísimo diablo no destruya las amistades de nuestra juventud, que la "pandilla" dure para siempre. Un hasta siempre a los excesos, a la falta de responsabilidades, a ser el rey del mambo. Para terminar convirtiéndonos en un grano de arena más en un inmenso desierto.

Por supuesto, por encima de todo, EL SUICIDA IMPERTINENTE es un thriller, una frenética carrera contrarreloj en busca de respuestas sin poder evitar dejar un rastro de cadáveres , vidas rotas y nuevas preguntas sin resolver a nuestra espalda. Juan Luis Marín utiliza la intriga con gran maestría, haciéndonos dudar de todo y de todos, sospechando de la culpabilidad de todos en una lectura en la que cualquier linea puede resultarnos reveladora o devolvernos a la casilla de salida. Y todo lo hace con su estilo mordaz y directo, con una letra que es capaz de crear contrastes de dulce y salado, picante y amargo. Un plato exquisito a la par de exótico en definitiva.

Si no conocéis la obra de Juan Luis Marín, esta novela es un magnífico punto de partida para conocer su mundo y su talento a la hora de hacérselas pasar putas a personajes ficticios pero tan tridimensionales que pueden compartir contigo cada golpe o caricia. Otro gran acierto y otra prueba de que la novela negra puede entusiasmar a cualquiera que nunca ha sentido la llamada de dicho género, porque ¿Para qué están las etiquetas sino para pasárnoslas por el forro de los cojones?

martes, 15 de noviembre de 2016

Reseña: BITÁCULA (DIARIO DE UN DESGRACIADO) de Héctor Cruz Benaque.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

BITÁCULA (DIARIO DE UN DESGRACIADO) de Héctor Cruz Benaque.

Bitácula es el diario de un escritor treintañero, frustrado, cocainómano y alcohólico que se mueve entre la genialidad, el nihilismo y la más completa indiferencia consigo mismo y con el patético mundo que le rodea. Su mejor amigo; un burgués decadente y mentiroso. Su casero; un canalla que controla a media docena de putas. Sus compañeros de piso; una pareja de narcotraficantes. Sin sueños, sin ilusiones, sin principios y con los bolsillos repletos de vacío ¿hasta dónde se puede llegar? Con unos diálogos que rebosan inteligencia e ironía, decenas de esperpénticas situaciones y unos inolvidables personajes, esta novela relata, con una prosa divertida, ágil y grosera, la vida de un hombre que es capaz de descender al infierno con una indolente y despreciable sonrisa de satisfacción que parece decir: «¿Por qué no me chupas la polla, imbécil?».

Fue a raíz de un tratamiento psiquiátrico (Si, hubo una época en la que necesité a un psiquiatra y no, no fue por ningún tipo de enajenación mental, sino por un sencillo brote de ansiedad derivado del ámbito laboral) que caí irremediablemente en las garras de la literatura. Creo que el especialista llegó a la brillante conclusión de que estaba cansado y aburrido del mundo real que me rodeaba, así que aprovechando el conocimiento previo de que de vez en cuando me gustaba leer algún que otro libro me propuso en un alarde de inteligencia y exposición de títulos universitarios que (redoble de tambor) ¡Leyera!. Vamos, que prácticamente me encargué de hacerle el trabajo.

La cuestión es que me ayudó, y me fue bien. Y hasta el día de hoy vivo sumergiéndome en una lectura tras otra, visitando nuevos mundos y planetas, luchando contra monstruos y villanos de turno, ya sea mediante imaginado armamento de tiempos futuros o a mandoblazos. Creo que con esto quedan claras mi preferencias genéricas, pero me he dado cuenta que de vez en cuando, aunque siga siendo por medio de la literatura, hay que poner de nuevo los pies en el suelo, echar un vistazo al mundo real y quedarme con lo peor como recuerdo. Quizá para retomar esos mundo ficticios con mas ganas, quizá para comprobar que en el fondo, nada ha cambiado.

Todos necesitamos de vez en cuando un buen bofetón de realidad, mostrarnos una panorámica de las cosas que son, las que no son y podrían haber llegado a ser. Lecturas que nos alejen de romances sentimentaloides, de bestsellers eróticos tan de moda, de catálogos del todo a 100 de los valores morales que ayudan a ponerte una máscara que nunca queda bien con la falsa esperanza de que los demás te vean mejor persona. Novelas paridas por el euro, con el único objetivo de ser consumidas y olvidadas en el mismo instante que pasas la última página. Así, BITÁCULA de Hector Cruz es una novela que llega en el momento oportuno para hacer un paréntesis, saludar al mundo real y darse con un buen canto en los dientes al darnos cuenta de que ¡Coño! tampoco estamos tan mal si nos comparamos con sus personajes.

La novela hace honor a su título (el motivo de por qué se ha usado el modo antiguo del termino bitácora solo su autor lo sabe) y nos presenta el diario de a bordo de un viaje que sin proponérselo Nacho, su protagonista, comenzó hace mucho tiempo. Un viaje a lo más bajo, a lo más profundo que el ser humano puede llegar a excavar en su propio mundo personal. Un día a día de un paria, un despojo de la sociedad que dice ser escritor pero que solo es capaz de narrar su exilio voluntario de una vida que no le pertenece a el, sino a sus adicciones.
Héctor Cruz nos anima a visitar una sátira y casi paródica ciudad de Zaragoza donde las drogas, la prostitución y la delincuencia en general es lo más común y donde todo lo demás pasa a ser considerado peculiar y extraño. No sería complicado encontrar un símil entre la atmósfera y los sentimientos que BITÁCULA intenta hacer aflorar en el lector con una de las sagas cinematográficas con peor gusto e innecesariamente largas que existen en el cine español. Obviamente me estoy refiriendo al reflejo podrido y burlesco de nuestro país en Torrente.
Ya solo por esta mención un servidor debería dar por concluida la presente reseña, y el que la lee llegar a la conclusión automática de que a libros como a estos no hay que acercarse si no es para prenderles fuego. Pero antes de sacar conclusiones precipitadas hay que tener en cuenta que no solo hay semejanzas, sino también diferencias, y por suerte en este caso éstas tienen más peso.

BITÁCULA es una novela sin historia central predefinida, es decir, que el protagonista no recorre un largo viaje en busca de un objetivo que haga que su vida dé un vuelco a mejor (porque a peor es imposible, vamos). Lo único a lo que Nacho aspira es a sobrevivir un día más, ahogado en alcohol, drogas y deseos lascivos... algo que le haga sentirse vivo, por muy perjudicial que sea para él. El autor, de este modo convierte este diario en un retrato de la España más censurable y vergonzante, esa que ni programas como Callejeros se atreve a mostrar al público. Hector no escatima en ridiculizar y parodiar un ambiente ya difícil de teatralizar como burla por medio de escenas y situaciones que rozan lo absurdo, diálogos (cortantes como serruchos oxidados e igual de peligrosos) en conversaciones que por mucho que tiendan a exagerar en lo tocante a temas ridículos no podemos evitar sentir cierta sensación de veracidad y déjà vu.

Cómo no, el humor será una constante a lo largo de la trama, un humor chusco, de dudoso gusto y menos ética, de ese que hay que administrar en dosis calculadas porque si no corres el riesgo de que la obra termine pareciéndose a un capitulo de La que se Avecina, que al principio puede hacerte gracia, pero poco a poco la va perdiendo , ya sea por abuso en la repetición del mismo chiste o por la perdida absoluta de un interés que no quiere risas demasiado fáciles, que hace que terminemos cambiando de canal. No estoy diciendo que a medida que avanzamos en BITÁCULA ésta vaya perdiendo fuelle en lo relacionado con la comedia, pero indudablemente las primeras muestras de humor en esta historia son mucho más llamativas y por consiguiente recordadas que las posteriores. Eso, o el nivel dramático va en aumento, sustituyendo la diversión por la preocupación.

Pero si hay algo que marque la diferencia entre una buena lectura y una perdida de tiempo convertida en libro, que separa la novela de la vulgaridad de las muestras televisivas anteriormente citadas es sin duda la voz del protagonista.
Resulta preocupante comprobar como Nacho, un sujeto que desde el primer momento sabes que se merece todo lo malo que le puede pasar porque él solito se lo ha buscado teniendo otras opciones, que es la fotografía de ejemplo de definiciones como borde, vago, parásito, lacra social, antipático... termina resultando hasta enternecedor y llegamos a sentir un amago de lástima por él. Aunque no cuesta mucho trabajo darse cuenta del por qué. Su visión del mundo, esa narrada en primera persona a modo de diario, ese viaje a través de su propio abismo, alterna una prosa directa como un puñetazo en la boca con pasajes que se absorben de manera casi poética, trasladando en palabras la belleza de lo más repugnante, mugriento y peligroso, encontrando la inspiración en el fondo de un vaso de tequila, en un condón usado o en una jeringuilla con restos de heroína. Héctor convierte la indiferencia de las situaciones en una oleada de emociones sentidas (y sufridas). Muchas más sensaciones que pasamos por reales de las que pueda inspirar a alguien con dos dedos de frente el famoso policía corrupto seguidor del Atlético de Madrid.

Pero seamos francos. BITÁCULA no va a ser tu libro de cabecera ni difícilmente saldrá en cualquier conversación sobre literatura mínimamente civilizada. Su abundancia en fragmentos sobre drogadicción y pornografía amateur sin razón de ser resulta hasta excesiva. Tampoco ayuda la ausencia de una trama que mantenga o incluso inicie un mínimo de intriga, ni la caricaturización de personajes y escenarios a favor de crear un entorno en el que ser un despojo social es lo ordinario (prácticamente todos los personajes con los que Nacho se cruza en sus vivencias tienen problemas con el alcohol, las drogas y disfrutan del sexo más sucio, como si lo que entendemos por sujeto ordinario no existiera). Pero Héctor Cruz ha creado, por mucho que pese a algunos, una novela que cumple de sobra el objetivo de entretener, un libro muy divertido en algunos pasajes y terriblemente emotiva en los capítulos donde no es el cerebro de Nacho el que habla, sino su quebradiza alma, unos fragmentos que nos hace imaginarnos cómo sería una novela del mismo autor dirigida a un ámbito más serio.
No, no estoy diciendo que BITÁCULA sea un despiporre de humor y no toque temas serios. Es evidente que entre sus páginas y capítulos hay una escritura que nace de la rabia, del desahogo y de ganas de mandar a tomar por culo al mundo y a todo ser vivo que se arrastre en él. Y como resultado lo que vamos a encontrar es el formato encuadernado de esos pensamientos que evocamos todos y cada uno de nosotros cuando paseamos por callejones oscuros o un sujeto consumido nos pide una moneda para comer pero rechaza nuestro ofrecimiento de comprarle tu mismo un bocadillo.

BITÁCULA te invita a un chute lleno de placeres y sufrimiento reales, sin héroes ni princesas, solo drogadictos y putas.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Reseña: HISTORIAS DEL CAMINO de Mariela González.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

HISTORIAS DEL CAMINO de Mariela González.

En los caminos se forjan historias. Unas llegan a las tabernas flotando como polvo en el viento, otras pasan de boca en boca entre los mercaderes o los viajeros solitarios. Pero algunas, las mejores, solo las conocen los mensajeros.

Keith el Cojo ama su trabajo, ir de aquí para allá entregando paquetes, cartas con noticias buenas y no tan buenas, conociendo nuevas caras. “Solo dime dónde ha de ir la mercancía y allí irá” es su sencillo lema. Aunque las cosas, al final, no suelen ser tan simples. Las adversidades parecen perseguirle, quién sabe por qué. Y los fantasmas, las civilizaciones perdidas… incluso alguna que otra criatura escupefuego.

Al final el mensaje siempre acaba llegando donde debe, eso sí. Y al morir el día, las penalidades merecen la pena con tal de acabar contando a su jefa una emocionante historia del camino.

Yo me pregunto, ¿Sufre el lector español algún tipo de estancamiento en la literatura fantástica?. No, no lo afirmo, pero es la sensación con la que uno acaba al comprobar las preferencias de los mismos, las cuales, aparte de suponer una especie de top ten colectivo (Que manía con crear listas de lo mejor de absolutamente todos los campos tienen algunos), los componentes parecen levantar muros fronterizos en sentido inverso. Es decir, damos la bienvenida y acogemos con un cálido abrazo lo que viene de fuera, mientras que el trabajo de nuestros autores es ninguneado o, al menos se le arrebata una importancia literaria a la que ni siquiera se le da la oportunidad de demostrar de lo que es capaz.

Tolkien parece haber pasado a la historia, las crónicas de Dragonlance solo son recordadas por aquellos que aun viven en las nubes de la irrealidad. La gente ahora hace búsquedas en una nueva ola de fantasía, aquella que antepone la supuesta profundidad de sus personajes a una buena trama y originalidad, que intenta explicar todo lo inusual, dándole al lector todo bien mascadito para que no se le indigeste (Si, al lector actual parece ser que cosas como la magia no pueden existir porque sí, tiene que haber una razón, un funcionamiento científico incluso). El lector busca sentirse más próximo al relato histórico que a lo que la fantasía debe ser: un cuento fictício.
La gente tiene miedo parece ser. Miedo de viajar a lugares desconocidos, de conocer nuevos juglares de su propia tierra que les narren historias que de seguro le cautivarían si se dejaran. Pero, ¿Para qué? La gente prefiere seguir esperando a unos vientos de invierno que parecen no llegar nunca y ni falta que hacen ya, mientras consumen cualquier chorrada que tenga que ver con su mundo favorito ¿Libros de recetas?,¿Filosofía sobre estilos de vida de sus personajes favoritos?,¿Cuadernos para colorear? Todo es bienvenido. Por suerte no son los únicos... algunos se preguntan que habrá sido de cierto asesino de reyes que no da señales de vida pero se conforman con cuentos sobre niñas con severos problemas mentales e historias insustanciales. Ejem.

España es una tierra rica en talento en muchísimos campos literarios, entre ellos la fantasía. Buena prueba de ello lo encontramos en autores como Alberto Morán Roa, Jesús Fernández Lozano, Juan Cuadra Pérez o Daniel Menéndez Cuervo. Sin olvidarnos del lado femenino de las letras, cuyos meritorios y elogiables trabajos nos han descubierto a autoras como Virginia Pérez de la Puente, Concepción Perea, Iria G. Parente, Selene M. Pascual o Victoria Álvarez. Sus talentos y visiones  personales de mundos fantásticos enriquecen un género que muchos por desgracia han preferido contemplar solo parcialmente.

Un catalogo de piedras preciosas  muchas de ellas al que buscar un hueco para Mariela González, porque HISTORIAS DEL CAMINO así la ha hecho merecedora.

Pero, ¿Qué tipo de méritos hace destacar una novela dentro de un género saturado, donde ser original es cada vez más difícil  y sin que la correspondiente editorial cubra las tapas del libro con frases tan directas y falsas como "Para seguidores de Juego de Tronos" o "Tolkien estaría orgulloso"?.

Puede que HISTORIAS DEL CAMINO no sea un culmen de innovación, aunque eso no quiere decir que pueda dejar de presumir de ello, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Es necesario contar cosas nuevas para que algo sea innovador? Bueno... la idea ayuda, para que vamos a engañarnos, Un mundo de rasgos definitorios nunca expresados, un punto de vista protagonista nunca visto antes, técnicas narrativas inverosímiles y poco comunes en el género, etc. Todo esto está muy bien, pero si no se mantiene un equilibrio, puedes terminar escribiendo un libro que tiene mucho de experimentación y nada de interés.

Mariela ha conseguido con su obra un equilibrio destacable entre lo clásico y lo nuevo, y lo hace con una de las premisas más importantes de la literatura fantástica y a la vez la que mas rápido parece que se está olvidando: La de que todo es posible cuando se trata de dejar volar la imaginación. Así, la novela se convierte en un caldero donde no se ve el momento de dejar de echar ingredientes, con cuidado claro, de que estos compaginen bien entre ellos, sin anteponer un sabor por encima de otro para crear una mezcla uniforme que, a través de elementos básicos, conseguir  contrastes totalmente nuevos.

Una novela donde su protagonista está destinado a constantes viajes llevando con él mensajes o paquetes promete al lector fuertes dosis de aventura. Si a esto le juntamos un mundo donde la magia fluye libremente y la traición y el peligro acecha tras cada esquina, HISTORIAS DEL CAMINO se convierte en un nido de influencias, pero capaz de hacer que cada escena leída parezca nueva y original. Sus tintes fantásticos recuerdan a obras fílmicas como Piratas del Caribe, Willow o el Vuelo de los Dragones, sin faltar hueco entre sus páginas para el drama, la comedia, la acción, alguna pizca de terror gótico y si, incluso la ciencia ficción y el retrofuturismo. Una mezcla de géneros y estilos que lejos de desentonar, convierte su lectura en una caja de sorpresas totalmente impredecible en un mundo ficticio y que, sin caer en la burda sátira, se asemeja tanto al nuestro.

Otro elemento que parece dirigir el desarrollo de la novela son sin duda los juegos de rol y los videojuegos. No es que quiera decir que esta es una de esas historias que "te hacen partícipe de la trama" (que mal usada esta ésta expresión en muchas ocasiones oiga), sino que su evolución de su protagonista y el transcurso de los acontecimientos genera un interés creciente y una necesidad de saber más que no decae en ningún momento. Y es que partimos de la más absoluta ignorancia: Mariela extiende un tablero, coloca una ficha en el centro y dice "Este es Keith, apodado el Cojo" y listo, sin introducción, ni tutorial ni nada que se le parezca daremos los mismos pasos que de Keith y los que le rodean descubriendo nuevos elementos y piezas que completan poco a poco en enorme rompecabezas, conoceremos personajes que solo están de paso o destinados a demostrar la importancia de sus papeles en la trama y, con ellos evolucionaremos en consonancia con el entorno que nos rodea. Y no es poco el tiempo transcurrido en la historia. Un tiempo que incluso en su abundancia se nos hace escaso para seguir al lado de sus personajes.

En historias como estas, en las que es costumbre ver a héroes invencibles, damiselas en apuros y malos jodidamente malos, Mariela llena su mundo creado de una población tan vulnerable como creíble. Los más valientes ceden ante las debilidades más humanas, las mujeres no necesitan caballeros de brillante armadura que las salven de las garras del mal, ya se bastan ellas solas. Alegría, tristeza, vulnerabilidad o determinación. Todos son elementos que los personajes que pertenecen a las HISTORIAS DEL CAMINO transmiten sin artificios ni lecturas apresuradas de guión.

¿Y cómo nos cuenta Mariela González todo esto? Por medio de una prosa cuidada y elegante, pero sin caer en la parafernalia innecesaria. Las aventuras de Keith el cojo y compañía nos describen un mundo tan amable como cruel, con un apartado visual destacable , sobre todo en las escenas de acción y en las descripciones de los numerosos paisajes que visitaremos en nuestros viajes, unos escenarios que son reflejados más en los sentimientos de quien los observa,en lugar de en la imagen que pretende evocarnos.

Quizá la mayor pega que encontramos en HISTORIAS DEL CAMINO sea un ligero desequilibrio entre la extensión y lo que se quiere contar en ella. Me explico: La novela se comprende de cuatro historias bien diferenciadas pero interconectadas entre sí, baza ésta a favor de la variedad. El problema es que cuatro historias en apenas 500 páginas ofrecen al lector una cantidad de información a veces indigesta, con lo que terminamos la novela con "efecto borrachera", es decir, que te lo pasas genial mientras dura, pero al final la resaca producida por los excesos es inevitable.

Resumiendo, HISTORIAS DEL CAMINO supone una de las propuestas más potentes dentro del género fantástico escrito en nuestro país. Una novela que catapulta a su autora al salón del merito y el talento, pero que por desgracia pasará desapercibida por culpa de las exageradas campañas de promoción a las que muchas editoriales grandes recurren para vender novelas que, en contra de lo prometido pasan por vista y mente sin apenas dejar recuerdos. Mariela González no es de esas. Sus historias perduran, y esta novela es una muestra de ello. Y también de que aún existen editoriales como Kelonia que apuestan por la calidad, aun escrita por un nombre que espero deje de ser desconocido para muchos en breve.

Si sois de los que aun dais oportunidad a los escritores de nuestro país y además disfrutáis de la fantasía bien tradicional, bien innovadora, memorizad bien la portada del libro y haceos con él la próxima vez que visitéis una librería, insensatos.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Reseña: 11,4 SUEÑOS LUZ de Nicholas Avedon.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

11,4 SUEÑOS LUZ de Nicholas Avedon.

Más de cincuenta millones de personas malviven en la megalópolis que se ha convertido París en el siglo XXIV. La antigua ciudad de la luz se ha transformado en una ciudad corrupta e inhumana. La mayoría de sus ciudadanos vive sumido en una zona gris donde no llega la luz del sol: el piso cero. Mientras, las élites, ajenas a todo, no abandonan nunca las gigantescas torres, ignorando la miserable existencia de los mugrosos, aquellos que viven en el piso cero.

El mundo ya no tenía solución, pero un grupo de filántropos financió el proyecto Veluss. Un plan muy ambicioso, mucho más grande aún que la fallida colonización de Marte: Llevar el hombre a las estrellas, treinta mil hombres y mujeres —los mejores—, ellos y sus nietos, tendrían una nueva oportunidad, en el sistema Procyon, a 11,4 años luz.

Esta es la historia de Ariel de Santos, uno de los artistas vivos más reputados de los Estados Europeos del Sur, un hombre atormentado por sus pactos con el diablo y adicto al Trank, la droga universal. A través de sus ojos, seremos testigos de una huida del pasado, sin vuelta atrás.

No será fácil entrar en la nueva arca de Noe: millones de candidatos en todo el planeta desean una existencia mejor. Esta es la crónica de algunos de ellos, luchando por hacer realidad un sueño y embarcar en la nave que les aleje de una vida sin esperanza.

La ciencia ficción es uno de esos géneros literarios en los que cuanto más profundizas, más cosas descubres de él. No somos pocos los que tienen su primer acercamiento al género con películas como La Guerra de las Galaxias o Star Trek. Hoy en día sabemos que ambos clásicos pertenecen a una subrama de la ciencia ficción llamada Space Opera, una de muchísimas que existen pero que mantienen algunos elementos en común, entre otros la de acercarnos el mundo del mañana a la actualidad.

Viajes a las estrellas, encontrar vida extraterrestre en otros planetas o que ellos mismos vengan de picnic al nuestro para dejarlo todo perdido, la colonización de mundos o la búsqueda del sentido de la vida, del universo y de todo lo demás son algunas de las propuestas que los escritores de ciencia ficción nos dejan caer y nos hacen mirar al cielo con la cabeza llena de preguntas y complejos de hormigas en el centro de un reino dominado por gigantes.  Ahora bien, si hay un género que realmente me despierta un interés personal sobre un futuro cercano, ese es el cyberpunk. Y cuando hablo del futuro cercano lo hago con cierto temor.

Vivimos en la era de la información, una época que las primeras muestras del cyberpunk solo podían soñar, y con esos sueños crear libros y películas que hoy consideramos clásicos como ¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? de Philip K. Dick, NEUROMANTE de William Gibson o SNOW CRASH de Neal Stephenson.
Cosas como Internet, los mundos virtuales, la robotica o la inteligencia artificial alcanzan hoy avances casi inimaginables y que a algunos aún nos cuesta diferenciar de la magia. ¿Pero son todo ventajas?. En absoluto, detalles como la importancia del ser humano como individuo o incluso su papel fundamental para la supervivencia de la tecnología es puesta en duda, paisajes verdes dominados por la naturaleza van perdiendo terreno peligrosamente , siendo sustituidos por grandes metrópolis de metal, luces de neón y cables de fibra óptica. Todos estos elementos que definen y resumen la esencia del cyberpunk están presentes en obras literarias desde hace décadas, y aun hoy éste género se considera un referente de gran importancia en la ciencia ficción, fuerte y con mucho que aportar. Nicholas Avedon así lo demuestra con 11,4 SUEÑOS LUZ.

Esta es una de esas novelas cuya lectura se aparece de manera totalmente inesperada, y como tal no es raro que uno no espere demasiado de ella. "Otro refrito de Blade Runner y Ghost in the Shell con robots, hackers y un mundo a un paso de irse a la mierda...". Es lo que con toda probabilidad pensaríamos de buenas a primeras, o al menos es lo que veladamente pensé yo cuando se me ofreció la oportunidad de leer este libro, desconfiado que es uno. Y si, puede contener muchos de esos elementos que cualquiera consideraría clichés del género, pero no. 11,4 SUEÑOS LUZ no era en absoluto o que yo esperaba, y muchas de sus razones son para bien.

La situación en la que Avedon nos pone no nos resulta desconocida para muchos: La Tierra del siglo XXIII se ha convertido en un planeta super poblado, donde la gente que se lo puede permitir prefiere encerrarse en kilométricas torres o perderse en mundos virtuales que les otorgan emociones que creían perdidas y placeres que no tienen cabida en ningún otro sitio. En este "enternecedor" panorama conocemos a Ariel de Santos, personaje más bien atípico en este tipo de historias, tanto por sus orígenes como por su oficio, director de sueños vividos, una nueva manera de entretenimiento para el público que ya no puede permitiese cosas tan sencillas como sentir a brisa del aire fresco en el rostro. Pronto Ariel se verá inmerso en la mayor oportunidad de su vida: formar parte de la tripulación de un vuelo espacial destinado a la búsqueda de nuevos planetas que pueden convertirse en el nuevo hogar de la humanidad.

En contra de lo que algunos puedan pensar, la obra de Avedon no es un nido de intrigas y conspiraciones cibernéticas, y mucho menos una novela repleta de acción, persecuciones y sanguinarias venganzas. 11,4 SUEÑOS LUZ es una historias atmosférica, tanto que su ritmo pausado hace pensar que en lugar de estar leyendo lo equivalente a una película en movimiento, disfrutamos de una secuencia de diapositivas que, a modo de clase de historia pretende (y consigue) hacernos viajar al futuro y contemplar un mundo a veces extrañamente creíble, dado que pese a los dos siglos que nos separan de la época actual en muchos aspectos, quizá demasiados y no solo tecnológicos sino también sociales, apenas nada ha cambiado. Incluso en ocasiones más que mirar para adelante echamos la vista atrás. Esto en realidad no llega a ser un factor del todo negativo, puesto que ofrece al lector un escenario donde sentirse a gusto y no perdido, que no abusa de ambiciones imposibles, donde la ética humana apenas ha sufrido cambios acordes al nivel de vida , para bien o para mal. No obstante, tampoco nos vemos invadidos por esa sensación de artificialidad general común en el cyberpunk, de supremacía tecnológica e insignificancia moral, un sentido catastrófico que se echa de menos.

Puede que donde encontramos la mayor sorpresa en 11,4 SUEÑOS LUZ es en la capacidad narrativa de Nicholas Avedon. Habilidad nada desdeñable si tenemos en cuenta que hablamos de una obra, repito, altamente atmosférica, donde dar más importancia al trasfondo en el que ocurre la acción que a la acción en sí durante 300 páginas sin tener que recurrir a la paja/relleno es digno de elogio.
Pues si, es curioso que a medida que pasamos páginas, la trama principal no deja de resultarnos difusa, no conseguimos visualizar un camino establecido, la línea recta que marcaría la historia desde un principio, pasando por un nudo y desembocando en su desenlace, pero no por ello nos arrebata el interés de su lectura. Muy al contrario, su trama sabe atrapar, arrojar esas pequeñas migas de pan y tenernos pendientes y atentos a que nos caiga la barra entera.  El retrato de un París futurista al que el tiempo no ha tratado nada bien, el de una población que prefiere cerrar los ojos a la realidad u ocultarse en mundos virtuales y experiencias ajenas y artificiales, donde la orden de conectarse es más necesaria para el hombre que la de respirar y donde incluso algunos tipos de "drogas inteligentes" son legales... Estos son solo unos pocos trazos de un cuadro complejo que el autor con su skyline literario nos ofrece.

Es una pena, en contra, que la visualización del concepto del cyberpunk de Avedon sea tan parcial. El escritor apenas se aleja del campo profesional de sus protagonistas, por lo que la visión de la Tierra del siglo XXIII no va mucho más allá de lo que ven los ojos de un director de sueños vividos. No es poco, pero uno desea saber más sobre todo lo que le rodea, su sociedad, política, ver que hay más allá del llamado "piso cero" y por supuesto quiere conocer la historia, qué ha pasado en los más de 200 años que nos separan de ese futuro imaginado. De nuevo, no lo digo tampoco como una pega intolerable, al contrario. Con esto quiero demostrar el valor imaginativo de la novela y el deseo que genera en el lector de querer profundizar en su trasfondo.

Lo que si veo como un error es esa aparente prisa que le entra a Nicholas por acabar la novela. Llega un punto en que los acontecimientos empiezan a descontrolarse y a sucederse uno tras otro, a veces incluso finiquitando asuntos pendientes sin molestarse en dar la menor explicación de como se ha llegado a ese punto. En contraste con el tranquilo ritmo con el que nos lleva durante aproximadamente las tres cuartas partes del libro, estas cosas se notan más de lo que debería ser normal y afea ligeramente un resultado final que podría haberse solventado añadiendo unas cuantas páginas.

Otro defecto que podemos encontrar, y este es más grave, es el trato que la historia da a la figura de la mujer. No es que esté reivindicando una trama feminista en 11,4 SUEÑOS LUZ, es que casi la totalidad de los personajes femeninos son tratados como damas en apuros o trofeo de conquista romántica (cuando no de meros objetos, y si, en muchos casos con connotaciones sexuales). El siglos XXIII parece reivindicar para la mujer una situación de sexo débil, y apenas vamos a encontrar personas de este género que no ejerzan profesiones encasilladas como actriz, modelo o prostituta. Y oportunidades de redimirse no faltan, pero cuando vemos la posibilidad de que una de ellas pueda salvar la situación, de hacerse un merecido hueco en el papel de heroína parece siempre truncarse y quedarse en un mero y burdo intento (Algunas pruebas narradas en la novela son pruebas de ello) ¿Quizá es que el futuro no ha sido solidario con la mujer a causa de un estancamiento de ideas patriarcales? Quién sabe, pero si estuviera en mi mano cambiar una cosa, solo una cosa de esta novela en pos de una mejora personal, sería sin duda la importancia del papel femenino en el argumento, siempre y cuando no haya sido intencionado, claro está.

11.4 SUEÑOS LUZ se apunta a la moda de las primeras entregas en forma de opening. Es decir, esos primeros títulos de una inminente saga que más que una novela en sí parece una larga introducción de la misma, una puesta a punto para lo que pueda venir en las próximas entregas. Así bien, Nicholas Avedon ha sabido crear un mundo rico en matices, original tanto por la propuesta como los elementos usados para crear la trama, elementos que por separado puede que no sean los más novedosos del mundo, pero que mezclados saben adaptarse a las exigencias del guión. Esperemos que una secuela pueda pulir un resultado final nada desechable, porque salvo desacuerdos nombrados, va por buen camino.

No podía irme sin mencionar el trabajo de edición del formato físico que Amazon ofrece a títulos como el presente: Inclasificablemente nefasto. Las cubiertas son del tipo Scotch Brite, es decir, que absorben todo lo que alcanzan. Si tocas dichas cubiertas con la mano ligeramente húmeda, la mancha va a quedarse ahí para siempre. Sin contar que son tan finas que lo recomendable una vez has terminado con el tomo, es ponerle encima una baldosa de varios kilos para devolverle a forma original. Una pena que trabajos así tengan que encuadernarse en formatos tan pésimos.