martes, 15 de noviembre de 2016

Reseña: BITÁCULA (DIARIO DE UN DESGRACIADO) de Héctor Cruz Benaque.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

BITÁCULA (DIARIO DE UN DESGRACIADO) de Héctor Cruz Benaque.

Bitácula es el diario de un escritor treintañero, frustrado, cocainómano y alcohólico que se mueve entre la genialidad, el nihilismo y la más completa indiferencia consigo mismo y con el patético mundo que le rodea. Su mejor amigo; un burgués decadente y mentiroso. Su casero; un canalla que controla a media docena de putas. Sus compañeros de piso; una pareja de narcotraficantes. Sin sueños, sin ilusiones, sin principios y con los bolsillos repletos de vacío ¿hasta dónde se puede llegar? Con unos diálogos que rebosan inteligencia e ironía, decenas de esperpénticas situaciones y unos inolvidables personajes, esta novela relata, con una prosa divertida, ágil y grosera, la vida de un hombre que es capaz de descender al infierno con una indolente y despreciable sonrisa de satisfacción que parece decir: «¿Por qué no me chupas la polla, imbécil?».

Fue a raíz de un tratamiento psiquiátrico (Si, hubo una época en la que necesité a un psiquiatra y no, no fue por ningún tipo de enajenación mental, sino por un sencillo brote de ansiedad derivado del ámbito laboral) que caí irremediablemente en las garras de la literatura. Creo que el especialista llegó a la brillante conclusión de que estaba cansado y aburrido del mundo real que me rodeaba, así que aprovechando el conocimiento previo de que de vez en cuando me gustaba leer algún que otro libro me propuso en un alarde de inteligencia y exposición de títulos universitarios que (redoble de tambor) ¡Leyera!. Vamos, que prácticamente me encargué de hacerle el trabajo.

La cuestión es que me ayudó, y me fue bien. Y hasta el día de hoy vivo sumergiéndome en una lectura tras otra, visitando nuevos mundos y planetas, luchando contra monstruos y villanos de turno, ya sea mediante imaginado armamento de tiempos futuros o a mandoblazos. Creo que con esto quedan claras mi preferencias genéricas, pero me he dado cuenta que de vez en cuando, aunque siga siendo por medio de la literatura, hay que poner de nuevo los pies en el suelo, echar un vistazo al mundo real y quedarme con lo peor como recuerdo. Quizá para retomar esos mundo ficticios con mas ganas, quizá para comprobar que en el fondo, nada ha cambiado.

Todos necesitamos de vez en cuando un buen bofetón de realidad, mostrarnos una panorámica de las cosas que son, las que no son y podrían haber llegado a ser. Lecturas que nos alejen de romances sentimentaloides, de bestsellers eróticos tan de moda, de catálogos del todo a 100 de los valores morales que ayudan a ponerte una máscara que nunca queda bien con la falsa esperanza de que los demás te vean mejor persona. Novelas paridas por el euro, con el único objetivo de ser consumidas y olvidadas en el mismo instante que pasas la última página. Así, BITÁCULA de Hector Cruz es una novela que llega en el momento oportuno para hacer un paréntesis, saludar al mundo real y darse con un buen canto en los dientes al darnos cuenta de que ¡Coño! tampoco estamos tan mal si nos comparamos con sus personajes.

La novela hace honor a su título (el motivo de por qué se ha usado el modo antiguo del termino bitácora solo su autor lo sabe) y nos presenta el diario de a bordo de un viaje que sin proponérselo Nacho, su protagonista, comenzó hace mucho tiempo. Un viaje a lo más bajo, a lo más profundo que el ser humano puede llegar a excavar en su propio mundo personal. Un día a día de un paria, un despojo de la sociedad que dice ser escritor pero que solo es capaz de narrar su exilio voluntario de una vida que no le pertenece a el, sino a sus adicciones.
Héctor Cruz nos anima a visitar una sátira y casi paródica ciudad de Zaragoza donde las drogas, la prostitución y la delincuencia en general es lo más común y donde todo lo demás pasa a ser considerado peculiar y extraño. No sería complicado encontrar un símil entre la atmósfera y los sentimientos que BITÁCULA intenta hacer aflorar en el lector con una de las sagas cinematográficas con peor gusto e innecesariamente largas que existen en el cine español. Obviamente me estoy refiriendo al reflejo podrido y burlesco de nuestro país en Torrente.
Ya solo por esta mención un servidor debería dar por concluida la presente reseña, y el que la lee llegar a la conclusión automática de que a libros como a estos no hay que acercarse si no es para prenderles fuego. Pero antes de sacar conclusiones precipitadas hay que tener en cuenta que no solo hay semejanzas, sino también diferencias, y por suerte en este caso éstas tienen más peso.

BITÁCULA es una novela sin historia central predefinida, es decir, que el protagonista no recorre un largo viaje en busca de un objetivo que haga que su vida dé un vuelco a mejor (porque a peor es imposible, vamos). Lo único a lo que Nacho aspira es a sobrevivir un día más, ahogado en alcohol, drogas y deseos lascivos... algo que le haga sentirse vivo, por muy perjudicial que sea para él. El autor, de este modo convierte este diario en un retrato de la España más censurable y vergonzante, esa que ni programas como Callejeros se atreve a mostrar al público. Hector no escatima en ridiculizar y parodiar un ambiente ya difícil de teatralizar como burla por medio de escenas y situaciones que rozan lo absurdo, diálogos (cortantes como serruchos oxidados e igual de peligrosos) en conversaciones que por mucho que tiendan a exagerar en lo tocante a temas ridículos no podemos evitar sentir cierta sensación de veracidad y déjà vu.

Cómo no, el humor será una constante a lo largo de la trama, un humor chusco, de dudoso gusto y menos ética, de ese que hay que administrar en dosis calculadas porque si no corres el riesgo de que la obra termine pareciéndose a un capitulo de La que se Avecina, que al principio puede hacerte gracia, pero poco a poco la va perdiendo , ya sea por abuso en la repetición del mismo chiste o por la perdida absoluta de un interés que no quiere risas demasiado fáciles, que hace que terminemos cambiando de canal. No estoy diciendo que a medida que avanzamos en BITÁCULA ésta vaya perdiendo fuelle en lo relacionado con la comedia, pero indudablemente las primeras muestras de humor en esta historia son mucho más llamativas y por consiguiente recordadas que las posteriores. Eso, o el nivel dramático va en aumento, sustituyendo la diversión por la preocupación.

Pero si hay algo que marque la diferencia entre una buena lectura y una perdida de tiempo convertida en libro, que separa la novela de la vulgaridad de las muestras televisivas anteriormente citadas es sin duda la voz del protagonista.
Resulta preocupante comprobar como Nacho, un sujeto que desde el primer momento sabes que se merece todo lo malo que le puede pasar porque él solito se lo ha buscado teniendo otras opciones, que es la fotografía de ejemplo de definiciones como borde, vago, parásito, lacra social, antipático... termina resultando hasta enternecedor y llegamos a sentir un amago de lástima por él. Aunque no cuesta mucho trabajo darse cuenta del por qué. Su visión del mundo, esa narrada en primera persona a modo de diario, ese viaje a través de su propio abismo, alterna una prosa directa como un puñetazo en la boca con pasajes que se absorben de manera casi poética, trasladando en palabras la belleza de lo más repugnante, mugriento y peligroso, encontrando la inspiración en el fondo de un vaso de tequila, en un condón usado o en una jeringuilla con restos de heroína. Héctor convierte la indiferencia de las situaciones en una oleada de emociones sentidas (y sufridas). Muchas más sensaciones que pasamos por reales de las que pueda inspirar a alguien con dos dedos de frente el famoso policía corrupto seguidor del Atlético de Madrid.

Pero seamos francos. BITÁCULA no va a ser tu libro de cabecera ni difícilmente saldrá en cualquier conversación sobre literatura mínimamente civilizada. Su abundancia en fragmentos sobre drogadicción y pornografía amateur sin razón de ser resulta hasta excesiva. Tampoco ayuda la ausencia de una trama que mantenga o incluso inicie un mínimo de intriga, ni la caricaturización de personajes y escenarios a favor de crear un entorno en el que ser un despojo social es lo ordinario (prácticamente todos los personajes con los que Nacho se cruza en sus vivencias tienen problemas con el alcohol, las drogas y disfrutan del sexo más sucio, como si lo que entendemos por sujeto ordinario no existiera). Pero Héctor Cruz ha creado, por mucho que pese a algunos, una novela que cumple de sobra el objetivo de entretener, un libro muy divertido en algunos pasajes y terriblemente emotiva en los capítulos donde no es el cerebro de Nacho el que habla, sino su quebradiza alma, unos fragmentos que nos hace imaginarnos cómo sería una novela del mismo autor dirigida a un ámbito más serio.
No, no estoy diciendo que BITÁCULA sea un despiporre de humor y no toque temas serios. Es evidente que entre sus páginas y capítulos hay una escritura que nace de la rabia, del desahogo y de ganas de mandar a tomar por culo al mundo y a todo ser vivo que se arrastre en él. Y como resultado lo que vamos a encontrar es el formato encuadernado de esos pensamientos que evocamos todos y cada uno de nosotros cuando paseamos por callejones oscuros o un sujeto consumido nos pide una moneda para comer pero rechaza nuestro ofrecimiento de comprarle tu mismo un bocadillo.

BITÁCULA te invita a un chute lleno de placeres y sufrimiento reales, sin héroes ni princesas, solo drogadictos y putas.

1 comentario:

  1. Un libro que cayó en mis manos por casualidad... qué puedo decir de él? Una novela impresionante. Y la palabra impresionante tiene muchos significados, aunque en este caso son todos buenos, porque como dice doctor motosierra, de vez en cuando hay que recibir un buen bofetón en la cara. Un buen libro, sin más!

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