lunes, 13 de marzo de 2017

Reseña: MALA SANGRE de Carmen Moreno.



Autopsias Literarias del Dr. Motosierra presenta:

MALA SANGRE de Carmen Moreno.

Cuando todo sucede, cuando después de una guerra la vida te obliga a ser un tipo normal, aunque ya jamás puedas serlo; cuando la mayor de las crueldades proviene del mayor de los amores, la lucha por la supervivencia es lo único que puede mantenerte en pie.

En Waukegan, un pequeño pueblo de Illinois, la fuerza lo es todo. El teniente William C. Delany, excombatiente de la Guerra de Secesión junto a Abraham Lincoln, se esfuerza en hacer de su hijo un «hombre». Mientras la vida parece transcurrir sin demasiada prisa en el pueblo, la llegada del nuevo médico marcará un cambio importantísimo en la vida de Jesse Delany, hijo del teniente, amante de los libros y superviviente nato. 

Pronto, la normalidad se rompe en Waukegan. Desapariciones, extraños asesinatos que nadie comprende y, sobre todo, el descubrimiento de los secretos más terribles que esconde el alma humana, convierten las calles del pequeño pueblo en un aledaño del infierno.

Nos están vendiendo una mentira. La sociedad nos ofrece en cada detalle, aprovechando cada oportunidad, la idea de un mundo feliz. Un sistema de engranajes que funciona a la perfección, donde cada pieza es representada por el individuo, y a ese individuo hay que cuidarlo, hay que recordarle que vive en un plano que no es sino el reflejo idealizado del puesto de trabajo de sus sueños, cuyas paredes están empapeladas con frases motivacionales, firmadas por Paulo Coelho y decoradas con dibujitos de corazones y gatitos animados. Y así las ruedas giran y giran, y cada pieza encaja con la otra al milímetro en una secuencia ininterrumpida que sirve para bajar la persiana de la ventana que da a las injusticias, pero que realmente no existen si no les pasa a uno mismo.

Pero algunos ya habíamos mirado antes de que el telón bajase del todo, y sabemos la verdad, y mientras unos se han acostumbrado a caminar por pulidas baldosas de oro, nosotros hemos aprendido a correr y saltar por los escombros de la ruina en la que han acabado convertidos nuestros sueños. Nos han enseñado a odiar, hemos apretado tanto los dientes que se nos han nsensibilizado las encías, cerrado tan fuerte los puños que las palmas sangran al contacto con las uñas. Mientras ellos descubren por una vez en sus vidas a saber lo que es el temor, nosotros nos hemos convertido involuntariamente en inestables explosivos de los que hasta desconocemos la longitud de la mecha. El mundo nos ha hecho cambiar...

... Y nos hemos transformado en Jesse Delany.

Tanto el western como las historias de vampiros han dejado huellas muy profundas tanto en el cine como en la literatura. Litros de tinta han llenado paginas y más páginas de forajidos asaltando trenes, duelos al amanecer, vasos de whisky volando a través de la barra de algún saloon mientras un jugador de poker echa mano a su revolver al darse cuenta que su contrincante esconde cartas bajo la manga. Y son ya incontables los metros de celuloide que han convertido estos relatos en imágenes en movimiento, en un intento de conseguir plasmar uno de los episodios más representativos de la historia americana. Otros escritores en cambio, se han decantado por escribir sobre lo contrario, lo que solo ha existido a través del mito y las habladurías, transformando miedos en monstruos de carne y hueso, resucitados, chupasangres, demonios. No era descabellado pensar que ambos caminos, ambas formas de representar la historia moderna de la humanidad terminaran cruzándose, y como resultado tenemos lo que se conoce como Weird West, un género que en nuestro país no solo viene ejemplificado recientemente con el nuevo trabajo de Carmen Moreno, MALA SANGRE, sino que éste ha llegado para ser una de las más importantes referencias de su campo, ya no solo por lo que es, sino por lo que representa.

Carmen Moreno ha sabido granjearse un lugar en el mundo literario por méritos propios, entre los que se incluyen premios de poesía o relato corto, montones de participaciones en antologías o incluso convertirse en la editora de Cazador de Ratas, uno de esos sellos literarios independientes que han llegado recientemente con mucha fuerza. Pero realmente todo esto no tiene mucha importancia cuando se trata de valorar una novela como la que tenemos entre las manos. MALA SANGRE, a primera instancia podría resumirse como una historia de vampiros ambientada en el salvaje oeste, pero así solo estaríamos rascando su superficie. La historia de Jesse Delany tiene más que ver con su trasfondo histórico real que con los sucesos sobrenaturales que se suceden en Waukegan, y es probable que cuando te hayas sumergido en su historia descubras que no es en absoluto lo que esperabas. Sino más y mejor. Hay terror, por supuesto, pero Carmen convierte ese terror a lo desconocido en solo un bache en comparación con el abismo que supone el miedo con el que se convive a diario, pero ¿Qué nos asemeja a nosotros con Jesse?

Si hay un pensamiento recurrente que a todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez, es el de habernos sentido intrusos en nuestro propio tiempo y lugar, de vivir y convivir en un mundo que no hemos elegido, jugando a un juego amañado en el que tenemos las de perder. Jesse parece nacer de todas esas frustraciones que afloran en nosotros. Un joven que no pertenece a su época, que ha nacido para hacer grandes cosas, e incluso cambiar el mundo, pero que sin embargo, desde el mismo momento de su nacimiento, los gruesos eslabones que conforman la cadena de la tradición le mantienen preso y le imposibilitan avanzar. Y esos eslabones son muchos, de distintas formas y nombres, uno se llama madre, otro padre, hermanos, pasado, presente o futuro, las hay con leyendas grabadas en ellos que rezan cosas como "Tus sueños son solo una fantasía que destruyen a la familia".
Pero un día todo cambia, y esa cadena ya no rodea tu tobillo, sino tu cuello, y cada vez se tensa más y más y nos encontramos en ese momento clave en que solo podemos dejarnos hacer u oponer resistencia de una vez por todas.

Por supuesto, para expresar todo esto en un relato de ficción es necesario crear unos personajes que se ajusten a estas necesidades, y Carmen Moreno cumple con creces con las expectativas, creando un Waukegan lleno de vida, con tantas historias que pugnan por salir como habitantes pueda tener, pequeños pedazos de cristal pertenecientes al espejo que refleja una historia de luchas por la libertad y los derechos humanos, pero que con el tiempo ha convertido cada día en una prueba a superar para ser el hombre que todos esperan que seas.
Estas características y otras convierten a MALA SANGRE en una novela de personajes por encima de todo, cuyas vivencias y pensamientos resuenan a tal volumen que es capaz de convertir la tercera persona en la que está narrada en primera, donde el lector deja de verlo todo desde su cómoda butaca para hacerlo de manera que los ojos de Jesse Delany sean los suyos propios.

No nos olvidemos de que también estamos ante una historia de terror, el cual hace su presencia en la forma del vampiro más tradicional de la literatura. Nada de guaperas que brillan como un gusiluz enchufado a una batería de coche, ni sanguijuelas disfrazadas de zombis que invaden ciudades como las plagas de langostas devoran las cosechas. El chupasangres que Carmen resucita llega como una representación del folclore y la literatura gótica, un ser tan refinado como letal, cuya humanidad ha trascendido y se posiciona como un dios, un ángel de la muerte que camina entre los mortales. Sin embargo no estamos hablando de un verdugo o una mera figura ejecutora, y el vampiro no es aquí el resultado final de todas las ecuaciones, sino el detonante, un mal invisible pero infeccioso que impregna toda la localidad de Illinois y hace que sus habitantes muestren su auténtico rostro, siendo el fuerte solo carnaza y el débil, un brutal cazador.

MALA SANGRE te sumerge en la historia con una narrativa ágil y feroz, cargada de dramatismo y buenos momentos de tensión en un texto que, pese a no buscar sorpresas ni momentos inesperados, sabe mantener la curiosidad y la intriga, y anima al lector a acompañar a los Delany en lo bueno y en lo malo, sin desviarnos de un camino que el instinto nos recomienda no recorrer, adivinando que nada bueno puede estar esperando al final. Pero cuidado, porque esto puede ser un arma de doble filo.
El ritmo que la escritora dota de la novela es a veces hasta frenético. Tanto, que existen escenas que parecen que sucedan a cámara rápida dando por hecho detalles y pasando por alto las interacciones de unos personajes para, a cambio, centrar la atención en la de otros. Y repito, estamos ante una novela que cuida al máximo a sus protagonistas, tanto que el lector no se va a conformar con lo que se dice de uno de los caracteres, sino que se va a interesar en todos los que en ese momento entran en escena, en sus pensamientos y opiniones. Esto, sumado a la ya mencionada riqueza de historias que puede albergar los paisajes de la novela creo que, y digo esto como un halago, habría disfrutado más aún de MALA SANGRE si hubiera tenido el doble de páginas.

Lo que sí es una crítica negativa es el hecho de no haberle prestado el cuidado que se merecía a la corrección del texto, y es que es difícil dejar pasar de largo un buen numero de errores ortográficos y/o gramaticales. Pero tranquilos, por suerte la editorial ya tiene anunciada una segunda edición revisada y corregida... vamos, que me lo están poniendo difícil para encontrarle pegas más allá de su corta extensión.

Para terminar decir que buscar una comparativa para MALA SANGRE es difícil, más cuando ésta es mi primera experiencia en la rama del Weird West fuera del relato corto, pero sí que puedo hablar de sensaciones, y Jesse Delany se acerca en emociones trasmitidas, ya sean por sus muestras de amor y perdida de una frágil inocencia a lo que sentí aquella vez que conocí a Jean-Baptiste Grenouille, el protagonista de la obra maestra EL PERFUME de Patrick Süskind, convirtiendo el miedo en atracción seduciéndonos con una grotesca idea del deber y la justicia, enseñándonos que los sueños rotos acaban siendo cadáveres sin forma que se descomponen en nuestro interior. Donde la auténtica lucha no trascurre en las calles de Francia o los campos del lejano Oeste, sino en un lugar más cruel, oscuro y salvaje: la mente humana.

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